jueves, 11 de abril de 2019

Borja Martín - Egeria

Entonces estuvimos siempre juntos
en un largo verano. Y tú, mujer de mar,
tú me enseñaste el nombre de las calles
de la ciudad y sus secretos de oro.

Mas yo, un hombre de tierra,
no supe navegar, seguir el mismo rumbo
que dictaban tus olas.
                                            Me quedé
mirándote escapar al horizonte
como un naúfrago en tierra
que nunca llegará a apreciar el mar.