miércoles, 29 de mayo de 2019

Federico García Lorca - La balada del agua del mar

A Emilio Prados (cazador de nubes)

El mar
sonríe a lo lejos.
Dientes de espuma,
labios de cielo.

¿Qué vendes, oh joven turbia
con los senos al aire?

Vendo, señor, el agua
de los mares.

¿Qué llevas, oh negro joven,
mezclado con tu sangre?

Llevo, señor, el agua
de los mares.

Esas lágrimas salobres
¿de dónde vienen, madre?

Lloro, señor, el agua
de los mares.

Corazón, y esta amargura
seria, ¿de dónde nace?

¡Amarga mucho el agua
de los mares!

El mar
sonríe a lo lejos.
Dientes de espuma,
labios de cielo.


lunes, 27 de mayo de 2019

Manuel Machado - La copla

Hasta que el pueblo las canta,
las coplas, coplas no son,
y cuando las canta el pueblo,
ya nadie sabe el autor.

Tal es la gloria, Guillén,
de los que escriben cantares:
oír decir a la gente
que no los ha escrito nadie.

Procura tú que tus coplas
vayan al pueblo a parar,
aunque dejen de ser tuyas
para ser de los demás.

Que, al fundir el corazón
en el alma popular,
lo que se pierde de nombre
se gana de eternidad.

viernes, 24 de mayo de 2019

Ramón de Campoamor - Humoradas

Si a comprender aspiras       
la ciencia de las puras realidades,       
hallarás que de todas las verdades,       
la mitad, por lo menos, son mentiras.

Ramón de Campoamor - Las dos linternas

- I -

   De Diógenes compré un día       
la linterna a un mercader;       
distan la suya y la mía       
cuanto hay de ser a no ser.       
   Blanca la mía parece;       
la suya parece negra;       
la de él todo lo entristece;       
la mía todo lo alegra.       
   Y es que en el mundo traidor       
nada hay verdad ni mentira:       
«todo es según el color       
del cristal con que se mira».       


- II -

   -Con m linterna -él decía-,       
no hallo un hombre entre los seres-.       
¡Y yo que hallo con la mía       
hombres hasta en las mujeres!       
   ¡El llamó, siempre implacable       
fe y virtud teniendo en poco,       
a Alejandro, un miserable,       
y al gran Sócrates, un loco.       
   Y yo ¡crédulo!, entretanto,       
cuando mi linterna empleo,       
miro aquí, y encuentro un «santo»:       
miro allá, y un «mártir» veo.       
   ¡Sí!, mientras la multitud       
sacrifica con paciencia       
la dicha por la virtud       
y por la fe la existencia,       
   para él virtud fue simpleza,       
el más puro amor escoria,       
vana ilusión la grandeza,       
y una necedad la gloria.       
   ¡Diógenes! Mientras tu celo       
sólo encuentra sin fortuna,       
en Esparta algún «chicuelo»       
y hombres en parte ninguna,       
yo te juro por mi nombre       
que, con sufrir el nacer,       
es un héroe cualquier hombre,       
y un ángel toda mujer.       


- III -

   Como al revés contemplamos       
yo y él las obras de Dios,       
Diógenes o yo engañamos.       
¿Cuál mentirá de los dos?       
   ¿Quién es en pintar más fiel       
las obras que Dios crió?       
El cinismo dirá que él;       
la virtud dirá que yo.       
   Y es que en el mundo traidor       
nada hay verdad ni mentira:       
«todo es según el color       
del cristal con que se mira».

Ramón de Campoamor - El baile

Mas ¿adónde está el alma que no enferma
de impuras fiestas el vapor liviano?
No hay castos pensamientos que no aduerma
dulce vaivén de cariñosa mano.

Antonio Gamoneda Sánchez - Canción de una mañana de julio


No te duela, Señor, si tu nombre profano;
mi alma se ha fundido con la Naturaleza,
y dentro de mi alma en un altar pagano
rindo culto a la eternidad de la Belleza.

(...)

martes, 21 de mayo de 2019

Pepín de Pría - En Cuevas del Mar

[...]

Va la lluna amiyando, cayendo,
y l'aurora, 'ntamando asomar,
pe l'arena fresquina espardiendo
so llume al riscar;
van la Xana y les otres fuxendo....
coyidines del mantu d'Aglaya
dexando la playa
de Cueves del Mar,
y aloxando so dulce cantar,
bur bur del rumor
del agua al rollar,
q'arruxinda con pena y dolor...
-Yo bordo la mar...
-Yo bailo na flor...
-Yo puedo atropar,
coller y llevar
suspiros d'amor.


Teodoro Cuesta - Glorias de Asturias

¡Asturies de mio amor!... ¡Xoya brillante!...
por mucho bien que cante
el más tienru mortal, ¡taráte agraviu!...
pa rellatar tos glories pelegrines,
al son d'apres devines,
barrunto e menester devino llabiu.

miércoles, 15 de mayo de 2019

Benito Jerónimo Feijoo - Principado de Asturias: La cruz de los ángeles

Nueva cruz mi amante anhelo
halla en la muerte que lloro;
pero para mi consuelo,
la que gimo y la que adoro
ambas vinieron del cielo.

martes, 14 de mayo de 2019

Miguel Hernández - Cancionero y romancero de ausencias 22

Cada vez más presente.
Como si un rayo raudo
te trajera a mi pecho.
Como un lento, rayo
lento.
Cada vez más ausente.
Como si un tren lejano
recorriera mi cuerpo.
Como si un negro barco
negro.

domingo, 5 de mayo de 2019

Juan Carlos Pajares - En los cauces más humildes se orilla el Cosmos

Brotan sendas junto a las corrientes y el aire discurre por la misma herida como si una sola voz zurciera los caminos.

Hasta los cauces más umbríos se llegan las constelaciones.

En sus orillas se mecen panes sagrados, zarzas colonizan el abandono, palpitan extensos páramos de cemento, lechos infinitos de ortigas, fríos artefactos y crepitan libélulas al pairo de los vientos, sortean la maraña de maleza, se perfuman de líquenes, bailan con los fresnos, mueren en los soportales.

¿Acaso no véis el fragor de la infancia suicidándose entre las salgueras, el sol esquivando las hojas, el jugo agraz del vientre de las jóvenes, el sonoro chapoteo del vadeo de las caballerías, la piel quemada, los sueños que ya no recordamos, los reflejos balbuceantes de los guijarros, la marea entrecortada de las praderas, los ojos para siempre abiertos de los ajusticiados bajo las torrenteras?

Funambulistas titubeantes sobre los hilos de plata de las tejedoras y esa angustia estelar de lo que se disgrega y muta.

A los cauces más oscuros se vinieron las altas candelas de la noche.

Salva Soler - Rotas

Todo se rompió tras un golpe. Tan certero.
Pero me mantuve firme en forma.
Como se mantienen los pedazos de un espejo
esperando a que uno solo caiga
para desplomarse entero.
Me mantuve resquebrajado
permitiendo, incluso,
que otros se reflejaran en mi ejemplo.

Y ahora
que apareces de imprevisto,
resquebrajados ya
mi casa, mi entorno,
mis antes, mi base,
mi bolsillo, mi ropa...
Ahora
que amenazas, incluso,
con importarme:
Me escondo las mangas del jersey
para que no veas que están rotas.
Me escondo las suelas
para que no veas que están rotas.
Me escondo el orgullo
para que no veas que está roto.
Me escondo la ilusión
para que no veas que está rota.

Y me escondo la necesidad
para que no veas
que está intacta.

Y me repelo
al preferir seguir viendo mi cara
reflejada entre mil grietas
a arriesgarme a sentir
tus manos tan cercanas,
que pudieran,
en una caricia,
en un entrelazo
o en una despedida,
darme el último golpe,
el tan certero,
que derrumbara
mi telaraña de pedazos,
contra el suelo.