domingo, 5 de mayo de 2019

Juan Carlos Pajares - En los cauces más humildes se orilla el Cosmos

Brotan sendas junto a las corrientes y el aire discurre por la misma herida como si una sola voz zurciera los caminos.

Hasta los cauces más umbríos se llegan las constelaciones.

En sus orillas se mecen panes sagrados, zarzas colonizan el abandono, palpitan extensos páramos de cemento, lechos infinitos de ortigas, fríos artefactos y crepitan libélulas al pairo de los vientos, sortean la maraña de maleza, se perfuman de líquenes, bailan con los fresnos, mueren en los soportales.

¿Acaso no véis el fragor de la infancia suicidándose entre las salgueras, el sol esquivando las hojas, el jugo agraz del vientre de las jóvenes, el sonoro chapoteo del vadeo de las caballerías, la piel quemada, los sueños que ya no recordamos, los reflejos balbuceantes de los guijarros, la marea entrecortada de las praderas, los ojos para siempre abiertos de los ajusticiados bajo las torrenteras?

Funambulistas titubeantes sobre los hilos de plata de las tejedoras y esa angustia estelar de lo que se disgrega y muta.

A los cauces más oscuros se vinieron las altas candelas de la noche.